domingo, 9 de marzo de 2014

El microrrelato.

¿Por qué?

Como profesora de Lengua española y durante años consecutivos, tanto en Sexto de Primaria como el Primer Ciclo de la ESO, he podido comprobar que en estas edades, el género narrativo “cuento” no es apreciado por la mayoría del alumnado. Tal vez sea porque es necesario respetar una estructura organizada y esto produce en el alumnado un rechazo previo que le desanima ante la tarea propuesta: 
  • Configuración del mundo ficticio mediante elementos diversos: ambientes, épocas, personajes, empleando distintas formas de expresión. 
  • Desarrollar un nudo y cerrar su tema planteando un oportuno desenlace, el cual, según el caso, puede resultar esperado o inesperado.


En mi afán por encontrar un estímulo que no provocara una queja por el texto sugerido o bien por la pereza de construir uno que ellos consideraran posiblemente lejano a sus intereses, descubrí con agrado que a mi alumnado le gustaba mucho mucho que le leyera, luego que había un tipo de lectura que prefería escuchar más que otro y posteriormente que el microrrelato le fascinaba porque era un relato corto y porque generaba debate, discusión o incluso asombro, pues todos no entendían lo mismo y además deseaban comprenderlo. Así aprendieron que de todo, de todo se puede escribir aunque no tenga un desenlace, o no aciertes a imaginar un final o que cualquier situación la puedas transformar, que combines parte real y parte surrealista, que un camello conozca lo que es un ecosistema volcánico, que puedas acurrucar a una estrella, o, o…, y que cada palabra nueva tenga un hueco esperándola en otro relato y en otro y en otro. Y además, como son relatos breves, puedes escuchar los 25 restantes y aprender de ellos, aplaudiendo las ocurrencias o el doble sentido o las metáforas empleadas por sus compañeros y compañeras. 
Julia Arnaiz Castro