Las consideraciones engañosas no duran, los que simulan
ser buenos no disimularán mucho más, juzgamos lo que no sabemos, opinamos sobre
lo que desconocemos y no sólo entre amigos, sino que somos capaces de
imponernos sin documentarnos sobre acuerdos y desacuerdos y dictaminamos,
numeramos proporciones y desproporciones –pero
nada descubrimos–, sobre afectos y desafectos –los de otros–, de nada
estamos seguros y opinamos, opinamos, opinamos –denunciamos
nuestras limitaciones nosotros mismos– y seguimos
hablando…, y luego está el cerebro de los tramposos creadores…
Me gusta escuchar a las personas moderadas y que su opinión
sea firme y decidida, producto de sus acciones, de la reflexión y del
conocimiento, y permanecer alejada de los excesos, de los presagios, de los que
inmolan víctimas para enardecer a los incautos o por merecer algún favor a
corto o a largo plazo, o de los que se creen poseedores de la verdad absoluta,
o para oírse, simplemente.
Sentenciar con rectitud concierne a la magnanimidad. La
echo de menos.
¿Por
qué un vicio origina pasiones más poderosas que una virtud?
Autora: Julia Arnaiz Castro