viernes, 9 de enero de 2015

LA CONCIENCIA 2014/2015

MICRORRELATO   

    En un lugar de mi cerebro, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho que vivía un ser microscópico que tenía una casita en mi cabeza. Era vecina del Razonamiento, un amable bichito amigo suyo. Nuestra amiga se llamaba Conciencia. Todo el mundo dice que tiene mal carácter, siempre refunfuñando, rechistando… Es muy pesada. Por eso algunos la llaman Doña Gruñona. Y es que es normal que esté de malhumor, si no tiene tiempo para descansar. Me pregunto cuántos cafés debe tomarse para no quedar profundamente dormida. Su vida es muy dura: está todo el día en su puesto de vigilancia, lleno de cámaras que ven todo lo que hacemos. Lee y relee todos nuestros secretos, las cosas inexplicables que hemos hecho. Cuando percibe una mala acción, agarra el micrófono y empieza a advertirte de que algo no está bien. A veces es insoportable, pero se callará cuando resolvamos la lista de los problemas pendientes, aunque parezca imposible. También nos felicita cuando ayudamos y empatizamos, y da gusto oír cómo nos dice lo bien que lo hemos hecho.
   Aunque hay que recordar que nuestras fechorías no tienen fecha de caducidad. La conciencia estará ahí para recordarte todos y cada uno de tus errores. A veces nos ayuda a tomar decisiones o nos predice las consecuencias de nuestras acciones. De vez en cuando, se pelea con la curiosidad, porque una quiere fisgonear, y la otra, no opina igual, ya que es precavida. La conciencia puede resultar insoportable, pero ella trabaja sin sueldo día y noche, hasta en sueños, sin días de vacaciones y sólo para nosotros. ¿Por qué? ¿No es evidente? Aunque sea una pesada y un poco malhumorada, ella nos quiere. ¿No deberíamos agradecérselo?


      Autora:  Amanda Rodríguez, 6º Nivel


MICRORRELATO
    
      Algunos  comentan que la conciencia te dice lo que está bien o mal. Pero yo no opino eso, bueno, yo lo diría o lo expresaría de esta manera: Me ayuda. Algo que me parece muy interesante. ¿En qué me ayuda? Mmm… Pues a tomar decisiones, a ser responsable de lo que ocurre a mi alrededor, a elegir, a tomar conciencia de la realidad,  a darme cuenta de cómo cambia esa realidad en cada momento delante de mí y a ponerme en el lugar de los demás.
Ella es una de las cosas que más me importa.
Vive en mí, aunque no sé dónde porque la mía es un poco inquieta, una vez esta aquí, la otra allá, bueno tú ya me entiendes.
No sé si duerme, pero la siento mucho más potente, pensativa y sabia que yo. Ella se hace notar sólo cuando es necesario.
La conciencia crece solamente cuando el conocimiento de su propietario crece.
Yo creo que, dependiendo de la personalidad de cada ser humano, su conciencia es diferente de las otras conciencias.
Te voy a contar un secreto. Para poder hacer esta redacción, la conciencia salió de mí, se sentó a mi lado y me dijo:
- ¡De aquí no te mueves hasta que escribas algo maravilloso sobre mí!
Yo, con una sonrisa en la cara, la miré y empecé a escribir lo que tú ahora estás leyendo.
Ella vino cuando yo vine, lo único es que siendo un bebé, todas las noches que yo no podía dormir salía de mí una gentil y bella mujer que  me acariciaba y me susurraba al oído que no había nada que me pudiese hacer daño, que siempre estaría a mi lado. ¡Oh, dulces palabras que estarán  conmigo hasta que  llegue mi hora!

 Autora:  Ada Mar Romero Méndez, 6º Nivel